Mateo 26:47-75

by | Mar 13, 2024 | Mateo, Nuevo Testamento

47Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.
48Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle. 49Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: !!Salve, Maestro! Y le besó.
50Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron.
El beso era un saludo habitual.
Jesús necesitaba ser identificado entre la multitud. No se destacaba entre la multitud.

51Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja.
52Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.
Juan 18:10 nos dice que fue Pedro quien trató de defender a Jesús.

53¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? 
Legión = 6,000.  12 Legiones = 72,000
En 2 Reyes 19:35, un ángel mató a 185,000 soldados en una noche.
Jesús pudo haber sido defendido contra 13,320,000,000 de personas. El doble de la población actual de la Tierra.

54¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?
Había más ayuda disponible para Jesús de la que jamás se podría imaginar.
Jesús tenía el control total y se sometió a la voluntad del Padre.
Jesús no fue una víctima, sino un sacrificio voluntario, llamado por el Padre a morir por los pecados de la humanidad.

55En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis.
56Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.

57Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos.

  1. En la noche de Su traición y el día de Su crucifixión, Jesús fue juzgado varias veces, ante diferentes jueces. Será útil llenar los vacíos proporcionados por los otros relatos de los evangelios.
  2. Antes de que Jesús llegara a la casa de Caifás (el sumo sacerdote oficial), fue llevado a la casa de Anás, quien era el ex-sumo sacerdote y el “poder detrás del trono” del sumo sacerdote (Juan 18: 12- 14, Juan 19-23).
  3. Como se registra aquí en Mateo 26, Jesús fue llevado a la casa de Caifás, el sumo sacerdote a cargo. Fue juzgado ante una reunión ad-hoc del Sanedrín que se reunió durante la noche.
  4. Después del amanecer, el Sanedrín se reunió nuevamente, esta vez “oficialmente”, y llevaron a cabo el juicio descrito en Lucas 22: 66-71.

Adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos: Este juicio nocturno era ilegal según las propias leyes y reglamentos del Sanedrín. Según la ley judía, todos los juicios penales deben comenzar y terminar a la luz del día. Por lo tanto, aunque ya se había tomado la decisión de condenar a Jesús, llevaron a cabo un segundo juicio a la luz del día (Lucas 22: 66-71), porque sabían que el primero, el verdadero juicio, no tenía valor legal.

  1. Esta fue solo una de las muchas ilegalidades cometidas en el juicio de Jesús. Según la ley judía, solo eran válidas las decisiones tomadas en el lugar de reunión oficial. El primer juicio se llevó a cabo en la casa de Caifás, el sumo sacerdote.
  2. Según la ley judía, los casos penales no se podían juzgar durante la temporada de Pascua.

iii. Según la ley judía, solo se podía una emitir una absolución en el día del juicio. Los veredictos de culpabilidad tenían que esperar una noche para permitir que surgieran sentimientos de misericordia.

  1. Según la ley judía, todas las pruebas debían estar garantizadas por dos testigos, que eran examinados por separado y no podían tener contacto entre sí.
  2. Según la ley judía, el testimonio falso se castigaba con la muerte. No se hizo nada a los muchos falsos testigos del juicio de Jesús.
  3. Según la ley judía, un juicio siempre comenzaba con la presentación de pruebas de la inocencia del acusado, antes de que se ofrecieran las pruebas de culpabilidad. Esta no fue la práctica aquí.

58Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin.

59Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte,
60y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos,
61que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo.
62Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?
63Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.
64Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.

  1. ¿No respondes nada? Jesús se sentó en silencio hasta que el oficio del sumo sacerdote le ordenó responder a las acusaciones en su contra. Finalmente, el sumo sacerdote exigió saber si Jesús era el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios.
  2. Tú lo has dicho: Jesús no está en este juicio para defenderse. Pensamos en la increíble defensa que pudo haber hecho. Jesús podría haber llamado testigo tras testigo, y señalado evidencia irrefutable de que Él era en verdad el Cristo, el Hijo de Dios. Pero Él sabe que a estos corazones endurecidos no les importan los hechos de este caso, por lo que simplemente da testimonio de la verdad: Tú lo has dicho.
  3. Veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo: Jesús agregó esta única palabra de advertencia. Les advirtió que aunque ahora se sientan a juzgarlo, él algún día se sentará a juzgarlos, y con un juicio mucho más vinculante.

65Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: !!Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. 66¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: !!Es reo de muerte!
67Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban,
68diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó.
69Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. 70Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices.
71Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno.
72Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre.
73Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre.
74Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo.75Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.